Desde muy pequeño siempre he salido con la bici a "hacer el ganso", con mis amigos, primos o vecinos. Son innumerables los raspones en mis rodillas por las caídas o las heridas en mis espinillas con los pedales.
Ya metido en la adolescencia, al empezar a correr en motocross, la bici ha sido una compañera de entrenamientos perfecta, aunque nunca la había visto como algo "más"...
Mi primera bici comprada en un gran almacén no creo que costara más de 10.000 pesetas y la verdad es que la pobre aguantó demasiado...
Sobre el año 98 me compré una Grisley Silver Tip que pasó las 100.000 pelas de entonces. Cómo se nota una bici de calidad! La verdad que con esta bici empecé a hacer rutas más largas, aunque siempre en solitario y siempre viéndolo solo como una forma más de estar en forma.
Hace poco más de un año, un amigo de hace muchos años estuvo meses intentando que empezara a salir con ellos con la bici. Un grupo que habían cambiado desde hacia un par de años las motos por la bici de forma casi definitiva. Por fin en septiembre de 2011 me decidí a salir con ellos una mañana de domingo y a partir de ese momento y casi de forma instantánea cambio mi forma de ver la bici y aunque suene raro, incluso la vida.
Al principio empiezas a entrenar para poder seguir el ritmo de los demás, pero poco a poco te das cuenta el por qué hay tanta gente por los caminos con la bici. Mientras estas rodando, ya sea solo o acompañado, los problemas se olvidan y una vez que has acabado ves las cosas desde otra perspectiva. No se si será la liberación de endorfinas o el qué... de eso no entiendo. De lo que entiendo es la sensación de libertad y felicidad que me da el salir al campo a dar pedales.
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